Una Obsesión Con El Tiempo

Hace poco leí "L.A Confidential" de James Ellroy. La narrativa, completamente distinta a todo lo que leí, me incomodó un poco en las primeras páginas y luego me volví un adicto. Leí la novela en una semana, no podía parar de leer.

Cuando un autor me sorprende, quiero saber todo sobre su vida, que lo motivo a escribir como escribe, qué escuela literaria tienen, qué personalidad está detrás de las palabras.

Descubro que Ellroy público su primera novela a los 33 años de edad, y trabajaba como Caddie. En sus propias palabras era un buen trabajo porque le permitía llegar a su casa a las dos de la tarde y ponerse a escribir.

33 es también la edad que tenía Glenn Danzig cuando sacó su primer disco como solista, luego de años de Underground con sus proyectos The Misfits & Samhain. Fue con Danzig I que Glenn logró el "Éxito" y salió a recorrer el mundo, además de que fue el puntapié para su empresa de Comics.

¿J.K Rowling? Casi, pero J.K tuvo a Harry Potter publicado a sus 32 años de edad.

¿A qué va todo esto? Veo en líneas generales una obsesión con el paso del tiempo. Nos enseñaron que ciertos rangos de edad son los únicos para ciertas actividades. O nos dicen que ciertas actividades, en especial el arte, tienen que tener una fecha de caducidad, es decir, si probaste durante cinco años, diez años y no obtuviste el llamado éxito, es decir, ganar plata para mantenerte con lo que te gusta hacer, entonces tirá la toalla.

Yo no soy la excepción y sentía que si no publicaba algo antes de los 29 años estaba condenado a no publicar nada jamás.

¿Por qué 29? Porque Neil Gaiman había publicado Sandman a esa edad.

¿Y King? A los 27 ya tenía Carrie bajo el brazo y el resto es historia. Pero precisamente esa historia es la que más me llama la atención y es el mejor ejemplo de lo que es no bajar nunca los brazos.

No miento si digo que Stephen King buscó ser escritor desde que aprendió a leer y escribir. De una familia de clase baja, Stephen siempre tuvo trabajos horribles y mal pagos, los cuales jamás lo distrajeron de su meta principal, que era poder alimentar a su familia con las palabras que escribía en la máquina de escribir que le pertenecía a su esposa. Desde su adolescencia que recibió cientos de cartas de rechazo por parte de las editoriales y nada hizo que su voluntad se quebrase. Ni en los peores momentos de su vida dejó de escribir, mención de honor a Tabitha King que jamás le pidió a su marido que dejase de escribir y buscase un segundo trabajo porque ella confiaba en él. "Vos siempre tuviste un segundo trabajo, con mi máquina de escribir".

Para mis colegas que estamos en los 30, la edad donde parece ser que es el último tren a lograr ser leídos, escuchados, les digo que Sir Terry Pratchett público el primer libro de su famosa saga "Mundo Disco" a los 41. "Ánimo, aún tenemos otra década más".

Ánimo y rodearse con gente que hace bien. Si algo que le agradezco a la literatura es la gente maravillosa que uno se va cruzando en el camino. Ninguno vive de ser escritor, algunos están un poco resignados con seguir escribiendo, pero celebramos cada pequeño logro del otro. Lo hacemos porque sabemos lo difícil que es mantener la esperanza y los sueños de la juventud ante un mundo que parece querer destruir a los soñadores y a los artistas.

Escuché hace poco una entrevista a Diego Miller, quien trabajó en la Rock And Pop y le preguntaron ¿Por qué cree que él tuvo la chance de entrar en Rock And Pop? ¿Qué tuvo él que no tuvieron los miles que quisieron pasar por lo que fue una radio mítica y no pudieron? Entonces él respondió que estaba obsesionado con la radio y hacía programas para nadie, y a pesar de eso ponía todo su esfuerzo, era lo único que le importaba. Hoy en día Diego está abocado en proyectos que no le rinden económicamente, pero sigue firme en ellos porque considera que es lo correcto.

Lo mismo cuenta Wes Eisold que cuando decidió dedicar su vida al arte o morir en el intento, vivió por años en casas ocupadas, durmiendo en el sillón de conocidos, pero siempre invirtiendo todo su tiempo a su pasión. En ningún momento, con ese tipo de vida, Wesley se imaginó dueño de una casa, padre de familia a los 40 años de edad, viviendo de su pasión por la música y por los libros, pero esa es la realidad.

¿A qué edad Wes sacó el disco que pondría a Cold Cave delante de todo el mundo?

A los 32.

Pensamientos Random Para Finalizar:

1) Escuché una nota a una famosa Argentina que contaba que los padres siempre la apoyaron en sus sueños, que le pagaron siempre las clases de actuación y pensaba en lo fácil que es la vida de la gente que nace en una familia con privilegios. Como esa persona jamás tuvo que posponer sus pasiones o tener solamente dos horas para poder practicar, porque el resto del tiempo estás viajando a trabajar, trabajando y descansando.

2) Un día vi que alguien se quejaba por los precios de Red Hot Chilli Peppers, creo que el valor de la entrada era 55.000$, esta persona decía que el precio era una locura, que no pensaban en la gente que no iba a poder ir dado al valor. A las 24 HS de ver ese estado, un amigo mostró un cartel de que no había logrado conseguir entradas para el recital, ya se había agotado el estadio entero.

3) Voy a dejar esta frase de James Ellroy sacada de una entrevista, porque al leerla pensé que en mi caso, me obsesionó por completo: "Quiero tener una relación interactiva y profunda con mis lectores, porque ellos piensan y reflexionan. Mis novelas están en gran medida centradas en mi obsesión y quiero sacar a mis lectores de su vida cotidiana y obligarles a leer los libros de forma obsesiva, compulsiva, que se concentren de forma obsesiva en ellos, y esto seguramente puede reflejar la forma obsesiva en que yo escribo los libros."

4) Me pasó lo más extraño con una lectora. Los que me conocen saben que Senda Sangrienta, el digital lo regalo y siempre le digo a la gente de que al vivir en una sociedad capitalista si quieren apoyarme financieramente son bienvenidos. Bueno esta lectora se sintió ofendida porque dijo que la hacía sentir mal, porque ella solo aceptó a leerme no a darme plata y al pedirle este "apoyo" la hacía sentir mal.  Le tuve que explicar que en ningún momento tuve intención de venderle nada ni sacarle un centavo y me dijo que si, que entendió pero que ya no tenía ganas de leer lo que le regalé y que vería si en algún momento lo leería. En ese momento sentí ganas de decirle, ¿Sabes qué? no leas nada, pero no lo hice. Ojalá lo lea, le guste y se dé cuenta lo mal que me trato y lo mal que me hizo sentir.  


Nos vemos luego.



  Si te gustó lo que leíste, te invito a que dejes una:  Colaboración para el blog

3 años del fin del mundo que no fue

Recuerdo que jamás había sentido la sensación de que todo el asunto Covid fuera algo serio. Veía las noticias, hablaba con gente que estaba viviendo en Europa, que me contaban lo que les estaba pasando y más que nada me divertía con los memes que subía Gustavo, un chico que sigue usando Facebook solamente para compartir memes.

    El 20 de marzo del año 2020 fue un día de nervios e incertidumbre. En el trabajo nuestro encargado decía un poco molesto que era todo una farsa, que era una exageración. Mis compañeros hacían bromas entre los pasillos y estaba el rumor de la cuarentena.

    "¿Te imaginas que nos encierren como en Europa?" Jamás pensé que eso pasaría. Es decir, ellos son la cuna de la civilización,la buena economía, la buena vida. Yo era de los que creían fervientemente que nos pasaría como a Brasil, donde harían lo posible por decir que era una gripe y que íbamos a trabajar y sálvese quien pueda.

    La gente seguía ingresando como si nada, salvo un par de casos que ya venían con un barbijo o ingresaban a comprar y pedían que mantengamos una distancia prudencial. Lo que más me sorprendió era que la gente mayor era la que actuaba como si nada, se acercaban al mostrador, te hablaban cara a cara, mientras que la gente de mi edad intentaba mantener un poco de "distancia social". Aclaro que hasta ese momento las vidas que se cobraba el Covid era de gente mayor. Supongo que estos clientes no creían que podía pasarle a ellos, en mi mente pensaba que era gente que había vivido la segunda guerra mundial, los militares, el corralito, ¿Qué miedo le iban a tener a un virus? O tal vez después de haber pasado, por tanto, morirse no era algo que te importaba tanto, quien sabe...

    A la tarde se empezó a correr los rumores de que se iba a decretar el aislamiento y nadie entendía bien que es lo que estaba pasando. Hace tres años yo estaba en una posición distinta a la actual, no me gustaba mi trabajo, sentía que jamás iba a poder publicar un libro, ya que la industria del arte es una muy complicada para alguien que está fuera de todo circuito o no tiene un buen pasar económico. Cuando no estaba trabajando intentaba como podía escribir mil palabras antes de que me ganara el cansancio. Dormía mucho esos días y estaba siempre agotado, no lo sabía, pero estaba pasando por una depresión. Esteban, un excompañero que se había gastado el sueldo de años en armar un estudio de grabación, me cruzó en un pasillo y me dijo en voz baja: "ojalá nos encierren a todos, así puedo componer tranquilo, no aguanto más esta vida". Durante ese periodo, en esas paredes, nos dábamos ánimos el uno al otro, éramos los únicos loquitos que dejaban el sueldo en aventuras artísticas.

    El punto es que el 20 de marzo se hizo el decreto y lo único que sabíamos es que por una semana nadie podía salir de su casa. La empresa se portó muy bien adelantando sueldos y mandando un mensaje de tranquilidad. Resuelta la parte laboral y económica, me desperté con un sol radiante y me senté a leer en el patio de mi casa. No hacía eso desde que tenía 13 años de edad. Después de leer unas cien hojas de La Torre Oscura V (Lobos Del Calla) decidí que podía hacer algo de ejercicio, después de no sé cuantos años tenía tiempo y energía.

    Cuando terminé de hacer el ejercicio me pegué una ducha, luego cené y me senté a escribir Senda Sangrienta y el manuscrito de una novela que tengo en el cajón. Al terminar con esto aún no estaba cansado, así que me puse a leer un poco más.

    Sin saberlo había comenzado una rutina que duraría tres semanas. Cuando no estaba haciendo esto miraba todo el asunto de Wattpad y la publicación independiente pensando en que tal vez había una chance de publicar algún libro en físico, si es que bueno, el Covid no nos mataba a todos.

    Luego de la primera semana mi horario de sueño cambió rotundamente. Ya no podía dormirme alrededor de la una de la madrugada, me dormía cuando salía el sol, pero tampoco es que dormía hasta muy tarde, dormía cerca de cinco o seis horas y me levantaba con energía para ponerme a leer, escribir y entrenar.

    Volver a la rutina laboral fue una experiencia complicada, parecía ser que la gente no la había pasado de la misma manera que yo y querían olvidarse de que existía un virus. Pagué ese periodo de descanso con un esfuerzo mental tremendo para explicarle a la gente que iba al local las siguientes premisas:

Para trabajar necesitamos mantener X cantidad de personas, por favor sea paciente.

Si sabe que el máximo de personas son 5 y hay fila para entrar, no sea tan irrespetuoso de querer ingresar con toda su familia para ver algo.

Tiene que ingresar con barbijo. No, un casco de moto no es barbijo. No, su mano en la boca no es barbijo. No, que usted entre mordiendo una bufanda no cuenta como barbijo, y no sé la necesidad que tiene de morder la bufanda.

    Me gustaría decir que inventé algo de esto, pero todo sucedió, hasta casos de gente pateando el vidrio del local y gritando "Déjenme entrar".

    Quien inventó la frase "El Infierno son los demás" claramente trabajó un tiempo en atención al cliente. Más bien dicho, tal vez es un viajero en el tiempo que atendió la gente en el año 2020 y volvió a su época con esa premisa.

    Creo que el único motivo por el cual no terminé siendo despedido por la empresa por golpear a alguien o terminé con carpeta psiquiátrica fue por el hecho de que en ese momento con Rocío estábamos empezando a salir y un mensaje de ella alcanzaba para que me dijera que todo estaba más que bien. Sin embargo, ganas no faltaban...

    Los primeros meses intenté cuidarme, hasta que sentí que era todo una tomada de pelo, en especial por la gente que venía a la sucursal y poco más le faltaba escupirte en la cara para demostrar su disconformidad respecto a las "medidas de precaución" y cuando tuve compañeros que lo tuvieron y decían que era como un resfrío y celebraban el quedarse en sus casas viendo Netflix mientras el resto que no nos enfermábamos teníamos que sufrir a la humanidad.

    Me agarró Covid el 26 de diciembre de 2020 y me golpeó durísimo. Después de 4 días de una fiebre infernal, perdí el gusto y el olfato. Bajé de peso, sufrí fuertes dolores estomacales y estuve tres semanas aislado en mi pieza. Sin salida al patio ni nada. Por suerte, mi pasión por los libros me mantuvo a salvo. Cuando la fiebre pasó y logré empezar a leer, seguí leyendo para matar las horas, acompañado únicamente con Té y tostadas quemadas (era la única manera de sentir una especie de "sabor").

    El 20 de marzo 2021, un año después del anuncio y la incertidumbre, el mundo parecía seguir, la gente parecía seguir (más desagradable que antes) y yo me había propuesto dos cosas. Mudarme con Rocío y sacar un libro en físico.

    El 20 de marzo de 2022, gracias a Caru, la mejor amiga de Rocío, logré cumplir la meta de vivir con ella. Senda Sangrienta ya estaba en formato físico, conseguí un puesto laboral que me gusta bastante y sin saberlo estaba a meses de firmar mi primer contrato editorial.

    Hoy 20 de marzo 2023, el mundo sigue girando, sigue siendo un caos, sigo viviendo con Rocío, sigo escribiendo, espero la publicación de mi siguiente novela y escribo estas palabras para compartirlas con ustedes. 


Nos vemos luego.


       Si te gustó lo que leíste, te invito a que dejes una:  Colaboración para el blog

Algo sobre el arte, la vida y otras cosas

No me acuerdo cuando empecé a escribir estas palabras, ni el motivo principal para hacer este texto. Escribir a veces es un poco eso, uno tiene una historia que quiere decir y trabaja en construirla de la mejor manera posible y en otras ocasiones escribir es como un trabajo de arqueología. Es decir, te pones a excavar y no sabes con lo que te vas a encontrar.

Desde ya, es un texto más personal de lo que estoy acostumbrado a mostrar, pero me parece bien contarlo ahora.  

Cuando tenía 13 años jamás le preste atención al presente. Todo lo que hacía eran antesalas a un futuro mejor de lo que estaba viviendo, un futuro que se sostenía siempre con la imaginación y no entender muy bien el contexto de la sociedad en la que vivía. 

Hace poco leí que emprender en el arte es como ir a una feria y jugar uno de esos juegos donde tenés tres tiros para dar en el blanco y ganarte el premio. La clase media tiene los tres intentos para lograrlo o fracasar, la clase alta tiene todos los tiros que quiera y la clase baja son los que trabajan en la feria.

Yo debía ser ese chico que trabajaba en la feria y cuando nadie miraba se robaba un par de oportunidades, porque a pesar de mis limitaciones que tanto ignoré en su momento logré llevar a cabo proyectos que si bien en su momento me parecieron fracasos hoy en día me sorprenden que sucedieran.

A los 16 años era editor de una revista independiente. La hacíamos con unos compañeros de colegio y un amigo personal. Durante un año logramos entrar a recitales con pases de prensa y así conocí a músicos que en ese momento tenía en lo más alto. Además de que entreviste por mail a figuras del Punk que jamás creí que se tomarían la molestia en contestar. Supongo que son los beneficios de siempre haber escuchado música Underground. La revista se sostenía gracias a la publicidad y gracias a la gente que compraba su ejemplar.  

Aprendí el concepto “inflación” ese año que la revista no pasaba un solo mes sin cambiar su valor de tapa.

Cuando costó conseguir publicidad y los costos aumentaron demasiado, decidí que había que parar. Yo no tenía trabajo en ese momento y mi familia no podía ayudarme a costear ese emprendimiento.             

 A los 18 años armé una banda. Ya tenía un trabajo (mal pago) y podía invertir en ensayos y en armar recitales para poder tocar. Éramos jóvenes, no teníamos equipos y todo era muy difícil, sin embargo, gracias a la gente que asistía a los recitales podíamos alquilar equipos y tocar y pasarla bien. Jamás grabamos porque éramos muy chicos para poder costear un estudio de grabación y eso terminó desencantándome. Yo quería grabar, irme a Europa, vivir la fantasía de los artistas argentinos de los 90’s. Pero claro, eran los 90’s y otra economía.

Siempre fue un recuerdo agridulce esa banda, hasta que hace poco el cantante de Thursday vio uno de los recitales en vivo y me dijo que “Le encantó”. ¿Por qué cuento esto? Porque cuando estaba en esa banda yo quería moverme, cantar y gritar como el cantante de Thursday.

 Este tipo de cuestiones en el arte, donde uno siente que no avanza por falta de oportunidades, es decir falta de dinero, es algo que siempre me afectó mucho a nivel personal. Llegado al punto que empecé a ir a terapia a tratar toda esta ansiedad. Es horrible esa sensación de sentir que tenés algo importante que mostrar al mundo y que el mundo no tenga el más mínimo interés en prestarle atención, ¿no?

  El año pasado, finalmente una de esas metas que consideraba imposible sucedió y es que firmé un contrato editorial. Aquello que consideraba imposible se había materializado y la felicidad me duró un día. Luego volví a pensar en el futuro y en todas las cosas que podrían pasar y no pasar, perdí noción del presente y nuevamente me hundí como no lo había hecho en mucho tiempo.

Eso provocó que volviera a terapía y ayudado por eso y a la extrema bondad y compresión de Rocío (mi pareja) hoy en día estoy más centrado en el presente, más agradecido con el pasado e intentando no pensar en el futuro.

 En parte por ser agradecido con el pasado, pensaba en el viaje que fue Senda Sangrienta en su comienzo y gracias a esa novela de Vampiros me animé a escribir este tipo de textos para que me conozcan a través de mis palabras, ya que no soy bueno haciendo una especie de "personaje de Instagram" donde hablo todo el tiempo y les muestro mi día a día, ya que mi día a día es bastante mundano.

Pero me encanta escribir, me encanta que ustedes me lean e interactuar a través de las palabras escritas, por eso cuando dejo el buzón de preguntas siempre contesto con texto.

Ser leído es algo que me hace muy bien y ojalá en algún futuro mi vida sea una rutina constante en la cual me pierdo en las palabras que me interesan escribir, sé que si eso sucede será gracias a ustedes que están leyendo esto.

 Pero mientras el futuro sigue siendo una incógnita y reconozco que a veces le tengo miedo, voy a intentar hacer un plan que me gustaría compartir con ustedes que estoy seguro que también piensan en el futuro y desean una vida relacionada a cualquier tipo de arte, acá les va:

  • Sigan trabajando y no se den por vencidos. Las cosas a veces necesitan tiempo, tal vez demasiado tiempo, y que pase un periodo largo de tiempo en donde sentís que tu esfuerzo no valió la pena, no significa necesariamente eso. Escribí la novela que publicará Urano en 2018, hasta le pagué mi aguinaldo entero a una persona para que la corrigiera pensando que eso haría que ganara algún concurso y nada pasó con esa novela hasta el año pasado que firmé el tan esperado contrato.
  • Si sentiste que lo diste todo y que estás agotado, te recomiendo que a pesar de eso lo sigas intentando. Sabemos con certeza que nada va a pasar, así que tenemos que seguir porque es lo que nos apasiona y es lo que soñamos. Y como diría Sandman ¿Qué sería de los humanos si les quitan sus sueños? Si quieren ver esa versión oscura de la humanidad está el comic y la adaptación de Netflix.
  •  En el arte, uno puede invertir toda su energía y crear algo increíble para el mundo y el mundo decida ignorarlo completamente. ¿Sabes algo? Eso no hace que lo que creaste valga menos, lo importante es que vos consideres que eso es valioso.

A veces, me siento tan tonto en pensar que necesito la validación de alguien sobre mi obra o que sea extremadamente conocida para considerarla buena.

                Pensamientos al azar para finalizar

Tengo una foto de Wes Eisold (Cold Cave, American Nightmare), quien me inspiró a escribir estas palabras. La foto me llegó con la remera que le compré y salió desde Hollywood (U.S.A) hasta Mar del Plata (Argentina). Wes logró vivir la vida de sus sueños a pesar de hacer un arte creado para una minoría, eso me inspira demasiado.

    Gustavo Olmedo (Quemar Un Patrullero, Volumen Brutal) vino a Mar del Plata y me avisó de su llegada. Fuimos a cenar y hablamos un poco de todo. Cosas de la vida, fuimos a cenar al lado de donde estaba la librería donde compré "El Circo Del Rock" hace más de diez años atrás. ¿Qué pensé cuando leí ese libro? Qué bueno sería poder juntarse un día en persona con él y poder hablar de música y de la vida. Hablé de sus logros y aventuras en el posteo anterior por si quieren saber más de él. 

    Terminé de leer "Cuento de Hadas" de Stephen King. Me parece increíble como a la edad que tiene S.K me sigue cautivando más que aquellos autores que hacen material de fantasía y están en boca de todos. No diré sus nombres porque no me gustan en absoluto. Está más que claro que Stephen sigue escribiendo por el mismo motivo que empezó a escribir cuando tenía siete años, porque es su pasión.

  Fuimos con Ro a pasar un fin de semana a a Sierra De Los Padres en la previa de su cumpleaños, fueron días hermosos de pileta y sol que disfrutamos bastante. Agradezco haber insistido en ir, porque al volver me encontré con situaciones a solucionar de las más horribles, es decir, las burocráticas y perdí muchas horas con esos tramites horrendos que te dan ganas de prender fuego el mundo.

Pero bueno, en su lugar prendí fuego el teclado.


Nos vemos luego.


    Si te gustó lo que leíste, te invito a que dejes una:  Colaboración para el blog


Quemar Un Patrullero, Olmedo Y Un Podcast Revolucionario

 Primero una confesión. Jamás escuché a Gustavo Olmedo en su programa más emblemático que fue “Tiempos Violentos”. 

    Desde chico que la radio me parecía algo extremadamente aburrido, y al ser parte de la generación que llegó a la adolescencia con la suerte de tener internet en la casa, jamás la consideré fuente de información para descubrir absolutamente nada. Pero, al interesarme mucho en la música y en la lectura, compraba revistas viejas de rock, en especial una revista llamada Madhouse para tener información de las bandas que escuchaba en esa época.

    En los números más antiguos de esa revista, descubrí que un tal Gustavo Olmedo opinaba al igual que yo sobre muchas bandas. Ese tal Olmedo dejó de escribir en la revista, pero aun así su nombre aparecía en la publicidad de “Tiempos Violentos”, el programa que lo hizo conocido en Rock And Pop. 

    Voy a hacer una pequeña elipsis e ir años después, en el momento que vi en la vidriera de una librería el libro “El Circo del Rock”, donde Gustavo Olmedo escribió algo de sus experiencias a la hora de viajar para entrevistar bandas. 

    Después de dar mil vueltas para saber si lo compraba o no, decidí comprarlo. Excelente elección, porque el libro me duró un solo día.  

    Obviamente me puse a investigar sobre él y descubrí que nació en la ciudad de Buenos Aires; escribió para medios gráficos como Clarín, Rolling Stone y Billboard, además de aparecer en programas de televisión en el fallecido canal Much Music. 

    Volviendo al libro, “El Circo del Rock” es un material que cualquier persona que disfrute de la música y piense en lo lindo que debe ser que te paguen por irte de viaje a ver los mejores recitales del mundo, tiene que leer. Olmedo tiene una manera de narrar que te hace sentir que estás ahí a su lado y cuando él está molesto con un artista, vos también te molestas con ese artista, y cuando él se demuestra fanatizado con algo, vos también te fanatizas. Y cuando terminas de leerlo, te das cuenta que no está tan copado viajar por todo el mundo con el presupuesto de un país tercermundista. 

    El impacto del libro fue tan grande, que lo busqué por redes sociales para estar al tanto de lo que él hacía. Encontré en su cuenta de Twitter que era el director artístico de Rock And Pop. De ser notero de una revista de música pesada independiente, a director artístico de la radio más escuchada de Argentina, nada mal, pensé. 

    Otra elipsis y ahora perdí por completo el hilo de Olmedo. Vi algo de él en una radio distinta, casi desconocida. De la Rock And Pop y de Vorterix ya no había nada en sus redes sociales. El programa que encontré de él era uno de Hip-Hop. Jamás me gustó ese estilo de música y dudo mucho que eso pueda cambiar. Pienso que tal vez a Olmedo ya no le interesa el metal, no le interesa la música pesada y lo noto un poco, bastante cansado. Me puso mal y saqué el programa. 

    Última elipsis y llegamos al presente. Descubrí Quemar Un Patrullero por las redes sociales de Olmedo, y al ser capítulos disponibles en Spotify puedo escucharlos cuando quiera y en donde quiera. El programa es bárbaro. Olmedo sabe de lo que habla, y poder tener su espacio para expresarse sin nada ni nadie que lo condicione, hace que todo sea mucho mejor. 

    Él vuelve a hablar de música pesada y tira data, mucha data, que para gente como yo es más que interesante.  Y cuando se pone a narrar una historia y pone cuarta, el viaje es increíble. 

    Quemar un patrullero estuvo hace poco en boca de todos por la catarsis que realizó respecto a lo que fue la experiencia Vorterix y el fin de Rock And Pop. No voy a indagar en eso, porque todos lo hicieron hasta el hartazgo. Lo que sí me llamó la atención de ese capítulo y logró hacerme reflexionar en cierto aspecto, es lo que dice Olmedo de la falta de calidad que existe en los medios masivos. Es decir, como básicamente todos esos medios hoy en día se rigen bajo los poderes políticos, a los que están detrás de la cámara, o del micrófono, poco les importa producir algo bueno. 

    Aquellos que fueron grandes figuras de la radio en su momento, hoy en día tranzan con la política, y los que no, buscan adaptarse a los nuevos medios de comunicación, intentando competir de manera inútil con Influencers y creadores de contenido. 

    Ante este panorama, Olmedo podría dedicarse a pensar como Mario Pergollini y dar entrevistas, donde entrelineas, quiere decir que todo tiempo pasado fue mejor y que la radio está en una especie de letargo, pero esa ruta no es la que Olmedo eligió tomar. 

    Tal vez, pasar el infierno que pasó cuando buscaron destruirlo lo hizo más fuerte. Tal vez, al igual que Batman una vez quebrado por Bane, en lugar de quedarse en el suelo, entrenó y logró ponerse de pie para obtener su revancha. Lo que no mató a Gustavo Olmedo lo hizo más fuerte. Porque Gustavo Olmedo, aunque a muchos le pese, sigue haciendo lo que más le gusta que es hablar sobre música.  Y lo hace en su ambiente natural, que es una pequeña habitación, con un micrófono, porque él no necesita más que eso.

    Al comienzo de cada episodio siempre nos recuerda que para que el proyecto crezca, y para que no exista nadie que lo limite, aquellos que disfrutamos de Quemar Un Patrullero, podemos suscribirnos por un coste más que razonable, para poder sentirnos parte del programa y disfrutar de las cosas extras que da brindar ese apoyo (El Instagram Olmedogustextos es increíble). 

    Está más que claro que escucho los podcasts en todo momento, y sin importarme cuál es el tema a tratar del día. Porque ya sea escuchar un disco completo de Korn, o una entrevista a Andrés Giménez sobre como se acercó a su religión, o una anécdota de drogas y viajes espirituales, estoy completamente seguro que mientras la voz que haga de hilo conductor de todos esos temas sea la de Gustavo Olmedo, será algo que valga la pena escuchar.

    



Si te gustó lo que leíste, te invito a que dejes una: Colaboración para el blog
Toda ayuda económica es más que bienvenida


Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo Importante

    Falta poco para la última elección en Argentina y ya estoy completamente agotado. La incertidumbre de quien va a ganar, más la violencia...