Quemar Un Patrullero, Olmedo Y Un Podcast Revolucionario

 Primero una confesión. Jamás escuché a Gustavo Olmedo en su programa más emblemático que fue “Tiempos Violentos”. 

    Desde chico que la radio me parecía algo extremadamente aburrido, y al ser parte de la generación que llegó a la adolescencia con la suerte de tener internet en la casa, jamás la consideré fuente de información para descubrir absolutamente nada. Pero, al interesarme mucho en la música y en la lectura, compraba revistas viejas de rock, en especial una revista llamada Madhouse para tener información de las bandas que escuchaba en esa época.

    En los números más antiguos de esa revista, descubrí que un tal Gustavo Olmedo opinaba al igual que yo sobre muchas bandas. Ese tal Olmedo dejó de escribir en la revista, pero aun así su nombre aparecía en la publicidad de “Tiempos Violentos”, el programa que lo hizo conocido en Rock And Pop. 

    Voy a hacer una pequeña elipsis e ir años después, en el momento que vi en la vidriera de una librería el libro “El Circo del Rock”, donde Gustavo Olmedo escribió algo de sus experiencias a la hora de viajar para entrevistar bandas. 

    Después de dar mil vueltas para saber si lo compraba o no, decidí comprarlo. Excelente elección, porque el libro me duró un solo día.  

    Obviamente me puse a investigar sobre él y descubrí que nació en la ciudad de Buenos Aires; escribió para medios gráficos como Clarín, Rolling Stone y Billboard, además de aparecer en programas de televisión en el fallecido canal Much Music. 

    Volviendo al libro, “El Circo del Rock” es un material que cualquier persona que disfrute de la música y piense en lo lindo que debe ser que te paguen por irte de viaje a ver los mejores recitales del mundo, tiene que leer. Olmedo tiene una manera de narrar que te hace sentir que estás ahí a su lado y cuando él está molesto con un artista, vos también te molestas con ese artista, y cuando él se demuestra fanatizado con algo, vos también te fanatizas. Y cuando terminas de leerlo, te das cuenta que no está tan copado viajar por todo el mundo con el presupuesto de un país tercermundista. 

    El impacto del libro fue tan grande, que lo busqué por redes sociales para estar al tanto de lo que él hacía. Encontré en su cuenta de Twitter que era el director artístico de Rock And Pop. De ser notero de una revista de música pesada independiente, a director artístico de la radio más escuchada de Argentina, nada mal, pensé. 

    Otra elipsis y ahora perdí por completo el hilo de Olmedo. Vi algo de él en una radio distinta, casi desconocida. De la Rock And Pop y de Vorterix ya no había nada en sus redes sociales. El programa que encontré de él era uno de Hip-Hop. Jamás me gustó ese estilo de música y dudo mucho que eso pueda cambiar. Pienso que tal vez a Olmedo ya no le interesa el metal, no le interesa la música pesada y lo noto un poco, bastante cansado. Me puso mal y saqué el programa. 

    Última elipsis y llegamos al presente. Descubrí Quemar Un Patrullero por las redes sociales de Olmedo, y al ser capítulos disponibles en Spotify puedo escucharlos cuando quiera y en donde quiera. El programa es bárbaro. Olmedo sabe de lo que habla, y poder tener su espacio para expresarse sin nada ni nadie que lo condicione, hace que todo sea mucho mejor. 

    Él vuelve a hablar de música pesada y tira data, mucha data, que para gente como yo es más que interesante.  Y cuando se pone a narrar una historia y pone cuarta, el viaje es increíble. 

    Quemar un patrullero estuvo hace poco en boca de todos por la catarsis que realizó respecto a lo que fue la experiencia Vorterix y el fin de Rock And Pop. No voy a indagar en eso, porque todos lo hicieron hasta el hartazgo. Lo que sí me llamó la atención de ese capítulo y logró hacerme reflexionar en cierto aspecto, es lo que dice Olmedo de la falta de calidad que existe en los medios masivos. Es decir, como básicamente todos esos medios hoy en día se rigen bajo los poderes políticos, a los que están detrás de la cámara, o del micrófono, poco les importa producir algo bueno. 

    Aquellos que fueron grandes figuras de la radio en su momento, hoy en día tranzan con la política, y los que no, buscan adaptarse a los nuevos medios de comunicación, intentando competir de manera inútil con Influencers y creadores de contenido. 

    Ante este panorama, Olmedo podría dedicarse a pensar como Mario Pergollini y dar entrevistas, donde entrelineas, quiere decir que todo tiempo pasado fue mejor y que la radio está en una especie de letargo, pero esa ruta no es la que Olmedo eligió tomar. 

    Tal vez, pasar el infierno que pasó cuando buscaron destruirlo lo hizo más fuerte. Tal vez, al igual que Batman una vez quebrado por Bane, en lugar de quedarse en el suelo, entrenó y logró ponerse de pie para obtener su revancha. Lo que no mató a Gustavo Olmedo lo hizo más fuerte. Porque Gustavo Olmedo, aunque a muchos le pese, sigue haciendo lo que más le gusta que es hablar sobre música.  Y lo hace en su ambiente natural, que es una pequeña habitación, con un micrófono, porque él no necesita más que eso.

    Al comienzo de cada episodio siempre nos recuerda que para que el proyecto crezca, y para que no exista nadie que lo limite, aquellos que disfrutamos de Quemar Un Patrullero, podemos suscribirnos por un coste más que razonable, para poder sentirnos parte del programa y disfrutar de las cosas extras que da brindar ese apoyo (El Instagram Olmedogustextos es increíble). 

    Está más que claro que escucho los podcasts en todo momento, y sin importarme cuál es el tema a tratar del día. Porque ya sea escuchar un disco completo de Korn, o una entrevista a Andrés Giménez sobre como se acercó a su religión, o una anécdota de drogas y viajes espirituales, estoy completamente seguro que mientras la voz que haga de hilo conductor de todos esos temas sea la de Gustavo Olmedo, será algo que valga la pena escuchar.

    



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