Postal de febrero 2020

 *Hice este texto, este mismo día hace dos años atrás, sin saber lo que iba pasar en cuestión de poco tiempo en todo el mundo. Hoy lo comparto con ustedes. 


Mis primeras vacaciones reales, y con eso me refiero a estar trabajando en relación de dependencia con un sueldo en blanco por lo tanto los días que no asisto no me lo descuentan, hubo un día que se anuncio un temporal. 


Me desperté ese día con un calor insoportable y mi primer pensamiento fue en ir a la playa. En seguida, mi mamá, como toda señora adulta que mira el canal del clima me dijo que no vaya, que había una alerta meteorológica. Confiado por el hecho de tener un transporte y que la playa en cuestión me quedaba, en caso de que no exista trafico, a diez minutos, fui. 


Tener en cuenta que soy una persona muy colgada, por lo tanto, en mi mochila había un libro y solo un libro.  


No llevé equipo de mate y tampoco llevé toalla. Mientras avanzaba hacia el mar, el sol se fue cubriendo de nubes.  Un dato importante que aprendí ese día, es que mucha gente debe ver el canal del clima como mi mamá, porque no había nadie. 


Estacioné, me bajé y fui caminando hasta la carpa. En el pasillo éramos tres personas. Dos de los carperos que estaban tomando mates y yo. 


Me metí en el mar que estaba teñido de un color grisáceo, al igual que el cielo sobre mi cabeza. Dejé que las olas me golpearan y observaba mi piel cubrirse por la espuma y estuve ahí tendido un largo rato. Éramos solamente el mar y yo. Seguramente en lo que restaba de la costa, había más gente, pero no los podía ver, así que en mi mente esa era la realidad. 


El mar, los fantasmas que debían habitarlo y yo.


Salí finalmente todo empapado sin toalla alguna y me senté en la carpa esperando que mis manos se secaran para poder leer.


Ayer la situación fue similar. Como si el mar supiera que tengo el tiempo para ir a visitarlo y sabe mi poca paciencia ante las multitudes de personas vivas. 

Entonces, trae la alerta que expulsa a la gente. 

Entonces, me tienta a ir al mar. 

Entonces, una vez al año todos los fantasmas que lo habitan y yo, que los siento y los acepto nos reencontramos en las aguas grises y saladas, bajo un cielo que toma el color de los que se encuentran en el mar.


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